SENTIDO COMÚN
Gabriel García-Márquez

ENTRE LA MEMORIA Y EL DEBER DEL NOTARIADO

03 de Octubre de 2025

Gabriel García-Márquez


El pasado 2 de octubre se conmemoró, como cada año, el Día Internacional del Notario. Más allá de la formalidad protocolaria, esta fecha representa una invitación a reflexionar sobre el rol social del notariado, su relevancia en el Estado de derecho y los retos que enfrenta en la actualidad.

ORIGEN E IMPORTANCIA DE LA FECHA

La elección del 2 de octubre responde a una decisión histórica del notariado latino: en 1948, en Buenos Aires (Argentina), durante el Primer Congreso Internacional del Notariado Latino, se plantó la semilla de una unión que comprometiera a los notariados de distintas naciones latinoamericanas a cooperar y armonizar principios comunes. Posteriormente, en 1950, durante el Segundo Congreso en Madrid, se formalizó legalmente la Unión Internacional del Notariado Latino (UINL), reconociendo esa fecha como día conmemorativo del notariado.

El Reglamento General vigente de la UINL dispone que cada 2 de octubre los miembros deben promover y celebrar actos que destaquen la importancia de las instituciones notariales y su cooperación internacional.

Así, al conmemorar este día, no solo se rinde homenaje simbólico: se reafirma que el notariado no es un mero trámite administrativo, sino un pilar del sistema jurídico moderno, un eslabón esencial en la certeza legal.

Por cierto, el pasado primero de octubre durante la Asamblea de la UINL celebrada en Berlín, fue electo como Presidente de la Unión Internacional del Notariado el notario mexicano DAVID FIGUEROA MÁRQUEZ, titular de la notaría 57 de la Ciudad de México.

¿QUÉ SIGNIFICA SER NOTARIO HOY?

La función notarial tiene un carácter híbrido: al mismo tiempo privado y público. El notario es profesional del Derecho con facultades delegadas por el Estado para dar fe pública, autenticar actos y otorgar seguridad jurídica a las relaciones y transacciones entre particulares. En sus atribuciones están la redacción e instrumentación de escrituras, contratos, poderes, testamentos, constitución de sociedades, entre otros actos.

En México, la evolución del notariado ha sido larga: por ejemplo, en 1875 el presidente Lerdo de Tejada decretó la “profesión libre del notariado”.

Desde un enfoque de opinión, cabe subrayar que el trabajo notarial ofrece un servicio público de enorme valor social:

Previene litigios futuros al formalizar voluntades con respaldo jurídico.
Protege a los más vulnerables al exigir requisitos, garantías y asesoría.
Genera confianza en actos patrimoniales, empresariales y familiares.
RETOS Y DESAFÍOS EN EL SIGLO XXI

Modernización tecnológica y acceso digital: Ya no basta con oficinas físicas y protocolos en papel, la ciudadanía exige trámites más ágiles, digitalización de protocolos y esquemas notariales electrónicos.
Transparencia y rendición de cuentas: Dado que el notario actúa en ejercicio de funciones con efectos públicos, debe responder a estándares claros, controles y supervisión que eviten abusos.
Capacitación y especialización: Los esquemas de negocio, los contratos financieros, las nuevas modalidades patrimoniales o empresas digitales demandan notarios con conocimiento actualizado.
Equidad territorial: En muchas regiones del país, el servicio notarial llega con dificultad, con costos altos o con poca presencia institucional.
Desafíos éticos y responsabilidad institucional: El notario debe equilibrar su función privada con su compromiso público.
HACIA UNA VISIÓN PROSPECTIVA

Al cumplirse un nuevo 2 de octubre, es momento de plantear que la celebración no sea un simple acto ritual, sino una oportunidad de reflexión, analizando cómo llevar el servicio notarial a quien carece de él, cómo incorporar herramientas tecnológicas seguras, cómo hacer que el notariado sea más visible y comprensible para los ciudadanos y cómo integrarse con políticas de acceso equitativo.

En síntesis, el Día del Notario es una invitación a ponderar la responsabilidad social de quienes dan forma legal a voluntades humanas. En su equilibrio entre lo público y lo privado, el notariado debe aspirar a ser una institución moderna, confiable y comprometida con los derechos fundamentales.

Sin embargo, en México el notario enfrenta el obstáculo de le burocracia que limita su labor. En algunos municipios y estados hay dependencias que retrasos que escapan de sus manos, aun cuando actúe con plena diligencia. A esto se suma la duplicidad de requisitos, la disparidad de criterios entre estados y el rezago tecnológico que convierte trámites simples en procesos largos e inciertos. Así, el notario muchas veces termina atrapado en tareas administrativas que lo alejan de su función esencial de asesor imparcial. El resultado es claro: la burocracia no solo entorpece el servicio notarial, sino que también mina la confianza ciudadana en una institución cuya razón de ser es precisamente ofrecer certeza y agilidad jurídica. Por ello, más que una celebración, el Día del Notario debería ser también un llamado a modernizar los procesos, reducir trabas innecesarias y acercar los servicios notariales a toda la población. Solo así el notariado podrá cumplir cabalmente con su compromiso social: ser un puente confiable entre las leyes y la vida diaria de las personas.

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