Entre columnas
Martín Quitano Martínez

Gatopardistas

10 de Diciembre de 2025

Martín Quitano Martínez


Si queremos que todo siga igual, es necesario que todo cambie.
“El Gatopardo”. Giuseppe Tomasi di Lampedusa

El festejo de la uniformidad a 7 años de iniciada, claramente encaminada a la autocracia, bendecida por el santo patrón que entiende su democracia como gentil concesión en la visión más protofacista. Esa democracia que solo es creíble y auténtica si secunda sus posiciones y que desecha y amenaza a quien sugiera otra forma de relación social o política que no contenga su visión y su interpretación de cómo hacer las representaciones políticas, o de cómo dirigir a la nación, al pueblo que él encarna.
El festejo de la felicidad y la mentirosa y acrítica autocomplacencia que desprecia las dolencias de millones en materia de salud, seguridad o educación. Un festejo vulgar y egoísta que desconoce la tragedia de las desapariciones y los miles de homicidios; que cínicamente niega la descomunal corrupción que hace metástasis en el ejercicio público y también en el privado que toca, donde se hacen añicos los mitos de su mal llamada estatura moral y se forjan los mismos privilegios que criticaron en otros pero que están felices de disfrutarlos, las “nuevas” mafias del poder que les sostienen y les dan fuerza y funcionalidad. “Ahhh, cómo se disfruta el poder impune.”
Los “famosos” 7 años de la “transformación” que edifica sus primeros dos pisos en los escombros de la destrucción de La República. Una “transformación” que objeta sin cortapisas el diálogo con aquellos que puedan criticarlos por no estar de acuerdo; una que festeja la singularidad del pueblo, que solo se reconoce en la dicotomía reduccionista de arquetipos donde hay buenos y malos en la lucha que ahora dan ellos y claro, ellos son los buenos.
Ellos mismos inventan el pueblo del que hablan. Nada ni nadie puede o debe discutir eso. Llenan de acarreados las plazas con grabaciones y bocinas que corean sus consignas. Frente al micrófono, los nuevos privilegiados de la mal llamada “revolución de las conciencias” repiten los lugares comunes de sus logros invisibles a las mayorías.
Empecinados en sostener su realidad alterna, ese mundo paralelo y exclusivo en el que ahora viven, acometen contra todo aquello que los cuestione. Locos, malagradecidos, traidores a la patria, escoria, son todos los que no aplaudan esta suerte de camino al cadalso de la democracia.
Despreciables conspiradores los que piensen distinto, los que anhelen no “sus privilegios perdidos” como dicen ellos, sino un país mejor, menos violento, más libre y democrático; con tolerancia, pluralidad y respeto ciudadano. Uno en donde no se ocupen las instituciones del estado para inhibir, calumniar y perseguir, en el que no se obligue a servidores públicos a volverse “militantes activos” y llenar plazas gritando consignas, porque de no hacerlo serán sancionados, señalados, desprestigiados. Y así, la tan llevada y traída “transformación”, viene arrastrando desde el pasado su cimiente, ese pasado autoritario y clientelar que para muchos se suponía rebasado, y que ahora se ha vuelto credo gatopardista en los nuevos viejos tiempos.
DE LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA
En el 2025 México es el segundo país más letal en el mundo para los periodistas, solo superado por Gaza.

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