Estatal

En bolsas negras Fuerza Civil desapareció los 12 cuerpos de La Barranca de la Aurora

19 de Junio de 2018 13:13 /

Gabriela Rasgado

Xalapa, Ver.- Es el 19 de enero de 2016 por la noche, y el lugar ya está repleto de elementos ministeriales, de la policía estatal, la municipal.

También se encuentra ahí Carlota Zamudio Parroquin delegada de la Policía Ministerial, la Fiscal de Distrito Eva Aquino Tamayo y la Fiscal de Investigaciones Ministeriales, María del Rosario Zamora González.

Un joven se entrevista con Zamudio Parroquin, y esta le hizo saber que un policía municipal les había comentado que había bajado con personal a su cargo una barranca de al menos 400 metros de profundidad y que había visto alrededor de 30 cuerpos.

El joven intentó bajar pero en las penumbras y cargando sus herramientas de trabajo, las cosas se complican; entonces le llama a su jefe Gilberto Aguirre Garza, director de Servicios Periciales y le hace saber la situación.

Recibe como instrucción hacer su informe respectivo, manifestando las condiciones del lugar.

A kilómetros de ahí, en Casa Veracruz, la reunión es tensa. Javier Duarte de Ochoa reclama los "madrazos" que le estaban poniendo a nivel nacional y estatal por haberse destapado la relación policía-delincuencia organizada de su gobierno.

Golpea la mesa y regaña a Luis Ángel Bravo y a Arturo Bermúdez Zurita, sus hombres de mayor confianza y total complicidad.

Le recrimina a Luis Ángel que no ha pasado ni un día del hallazgo y ya hay una foto filtrada a los medios de comunicación donde aparecen cinco o seis cuerpos de los 19.

Bravo se pone a sus pies y le pide una indicación. Romperle la madre en cadena nacional al gobernador más evidenciado era algo que no podía seguir tolerando, máxime si uno de sus hombres estaba involucrado cuando tenían como tarea evitar esas situaciones.

Entonces, el gobernador suelta la orden: no se puede, bajo ninguna circunstancia, publicar la cifra exacta de cuerpos. Bermúdez Zurita no hizo bien su trabajo de desaparecerlos y entonces hay que cubrir su cochinero, pues la cercanía del sitio con la academia de policías va a dar de qué hablar.

Bravo ya sabe para esa hora con quienes cuenta para tapar el desorden, y la llama por teléfono. La pone en altavoz y deposita, como siempre, en ella su confianza.

La mujer, en el lugar de los hechos, empieza a dar instrucciones precisas.

El joven que había empezado a hacer su informe, recibe un whatsapp de su jefe, Aguirre Garza quien le pide la ubicación del sitio. Minutos después se apersona en La Barranca de la Aurora.

Gilberto se entrevista con Eva Aquino y Rosario Zamora; inmediatamente después de terminar su plática, se acerca al joven y le pide retirarse y volver por la mañana.

En la madrugada, recibe un mensaje de Aguirre diciéndole que debería enfocarse solo en levantar seis cadáveres, acto seguido, llega una fotografía y se le pide que solo sean esos restos.

Es ya el 20 de enero a las 07:00 horas. El perito regresa y se percata que en el sitio ya hay elementos ministeriales y la fiscal de distrito Eva Aquino, Rosario Zamora, el fiscal de la Unidad Integral de Procuración de Justicia, José Manuel Viciconty Zapot así como Isidoro Peña Figueroa.

El lugar es tan de difícil acceso que se abren camino con machetes y bajan al menos 400 metros, donde había un reguero de cadáveres putrefactos y osamentas.

El perito inicia su trabajo pero no puede concebir que solo se deban levantar seis. ¿Y los demás? ¿Se van a quedar ahí? ¿Por qué habría de dejarlos si ya los habían encontrado?.

Las fotografías y videos de diligencias así, son parte fundamental del trabajo del perito y el joven empieza a hacer sus registros, no de seis, sino de 19.

Preocupado, le comunica a Gilberto Aguirre de todos los cuerpos y los huesos en el lugar; su jefe le recuerda que ya tenía una indicación al respecto. -¿Cómo se van a quedar las osamentas en este lugar?, cuestiona.

Molesto, su jefe promete volver a llamarlo. Le dice que levante todo lo que hay en la barranca y le reitera que obedezca a Rosario Zamora, a nadie más.

Horas después, el trabajador lleva todos los restos a la Dirección de Servicios Periciales específicamente al área del forense, donde el técnico histopatólogo registra el ingreso forense de esos 19 cadáveres.

Instantes después empieza a escribir su dictamen, enfocado solamente en seis cadáveres y lo remite a Viciconty Zapot. Acto seguido, en el forense, vuelva a registrar en fotografías los restos levantados, principalmente los cráneos.

Todas sus fotos las mete a una memoria USB y las guarda como respaldo.

Unos días después, Gilberto Aguirre Garza lo manda a llamar a su oficina y le confía que en el lugar se encontró un cuerpo que no debía estar ahí pues es de un policía desaparecido en las propias instalaciones del centro de evaluación de la SSP. Se trata del cadáver marcado con el número 30.

Muy fácil y con una naturalidad asombrosa, Aguirre le indica al joven que debía sacarlo del Semefo y llevarlo a algún municipio de la región, específicamente a la comunidad de Santa Ana, en Alto Lucero y simular haberlo encontrado ahí.

El perito se enfila junto a elementos ministeriales al lugar indicado. Han llegado y bajan el cuerpo en el camino que da al cementerio, le toman las fotografías solo boca abajo puesto que ya se le había practicado la necropsia y tenía las marcas visibles; lo vuelven a subir al vehículo.

Aguirre Garza recibe la llamada de su subordinado y tras saber que el trabajo estaba hecho, respira y le dice que está bien.

Ha pasado un mes del hallazgo en la Barranca. Es de noche. El perito se dispone a ingresar a Servicios Periciales pero lo hace por el área de ambulancias.

Al llegar, nota que hay una camioneta negra Ford Lobo. Hay personas vestidas de civil y cargan bolsas negras de las utilizadas para la basura. Son los 12 cuerpos restantes de la Barranca. Los avientan a la batea del vehículo.

El joven pide que se identifiquen y estos responden que son elementos de la Fuerza Civil, de la Secretaría de Seguridad Pública.

Acto seguido, el joven solicita que quiten los sellos que los identifica como restos humanos a cargo de servicios periciales. Sin más, el elemento al mando, una persona morena de cabello corto, chino, quien tenía aproximadamente 30 años, le responde que no se preocupe "no va a quedar nada de lo que nos estamos llevando".

Efectivamente, no se sabe nada de esas 12 personas.

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