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La Crónica PGR borra sonrisa, paciencia, prudencia y verbal continencia de Javier Duarte

Foto por: Los Editores /
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23 de Julio de 2017 16:10 /
A las 20:37 horas de este sábado 22 de julio, la sonrisa de Javier Duarte de Ochoa no solo no había llegado, sino que fue borrada de tajo.A esa hora, el juez Gerardo Moreno García decretó la vinculación a proceso y con ello sepultó -al menos por ahora- la esperanza del ex gobernador de ser libre.
Duarte de Ochoa, vestido con una chamarra color café, similar a la que portaba hace muchos años Joaquín Archivaldo Guzmán Loera -aunque con varios kilos de diferencia-, y un pantalón en un tono más fuerte, fue tratado como uno de los peores criminales de la historia reciente.
Atrás quedaron sus excesos y su vida de lujos. Durante cinco horas la Procuraduría General de la República (PGR), dio muestras de que no existe enemigo pequeño y si aquel pasado lunes 17 de julio quedó en la lona, la revancha sería más sangrienta que ese primer encuentro.
Atrás quedaron esas peticiones "dignas de su investidura" como gustaba mencionar cuando se le antojaba algo y exigía que alguno de sus emisarios lo obtuviera.
PGR: LA HORMA DE LOS ZAPATOS
A las 10 de la mañana, las partes en la sala del juzgado federal estaban listas: por un lado, la ropa de reo de Javier Duarte, sentado a la izquierda de su principal defensor, Marco Antonio del Toro Carazo, contrastaba con el traje que cargaban sus abogados, impecablemente ataviados.
Más a la izquierda, cuatro pasantes de Derecho, también trajeados, aguardaban para sacar sus dotes de penalistas, buscar en los expedientes, anotar dichos de los acusadores, consultar lo mismo la Constitución Política que el Código Nacional de Procedimientos Penales o simplemente observar.
En el otro lado, seis representantes de la PGR, entre ellos el Subprocurador Especializado en Investigación de Delincuencia Organizada, Israel Lira Salas, que más tarde daría cátedra a todos los presentes.
Además, un representante de la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, que más bien era el porrista oficial de la Procuraduría.
En la audiencia estuvieron los tres fiscales que imputaron el lunes 17, serenos, tranquilos. Sólidos.
La primera de las argucias de la defensa de Duarte, fue tratar de invalidar la presencia del representante de la UIF, asegurando que no cumplía los requisitos de víctima u ofendido, pues solo sería de esta manera si se tratara de delitos fiscales, no así de delincuencia organizada o de operaciones con recursos de procedencia ilícita.
Y el primer revés del juez llegó al no encontrar elementos para proceder conforme lo solicitaba la defensa del veracruzano.
Pero ese primer golpe no se compararía con el siguiente: al no estar presente Alfonso Ortega López, principal testigo contra Duarte, de tajo el juez determinó la improcedencia del medio de prueba más relevante que pretendía presentar la defensa.
Y no, nadie más en esa sala estaba tan desencajado como Javier Duarte cuando volvió a escuchar que se le acusaba de haber dirigido una red criminal con operaciones en tres estados de la república, Veracruz en la lista, por supuesto, junto a nueve personas más.
La PGR le recordó el motivo de estar sentado ahí, tras la barandilla, en el banquillo de los acusados: líder criminal; nueve personas subordinadas; órdenes de desviar recursos; comprar bienes muebles e inmuebles; joyas; terrenos; departamentos; tiempos compartidos en hoteles. Y lo principal: crear empresas fantasma.
No más de 30 minutos bastaron para ir desmoronando las, de por sí escasas, esperanzas de Duarte y su defensa de quedar libre: el titular de la SEIDO, Israel Lira enumeró a los prestanombres, las parcelas que se adquirieron en el ejido Lerma, en Campeche; los precios a los que se vendieron; quienes fueron los vehículos para lograrlo.
También presentó la manera en la que se fondearon sus empresas de papel y recordó la enorme suerte de Duarte, de haber sido nombrado heredero de Moisés Mansur Cysneiros, su principal cómplice.
Acto seguido, uno a uno se detallaron los 82 datos de prueba de la PGR contra quien hasta octubre del año pasado aseguraba que no tenía bienes ni huiría de la justicia.
Este sábado a Javier Duarte le quedó claro que no en todos los casos se cumple ese pasaje bíblico que reza que "no hay amor más grande que dar la vida por un amigo", pues en su caso, Arturo Bermúdez Zurita, su poderoso ex secretario de Seguridad, Alfonso Ortega López y José Juan Janeiro, lo dejaron solo. Y figuran como los principales testigos en el caso que la PGR lleva en su contra.
Los datos de prueba se complementan con dictámenes de contabilidad, estados de cuenta, copias certificadas de los contratos de compra venta, escrituras, títulos de propiedad y certificados catastrales.
"Solicitamos a su señoría proceda a dictar el auto de vinculación. El pueblo de Veracruz y México lo exigen y los daños tienen que ser reparados", fue la sentencia, más que una petición, de PGR.
Duarte: 12 HORAS DE TORTURA
Un Javier Duarte serio y sin siquiera el cinismo reflejado en el rostro como la primera vez, escuchaba a la fiscalía. Hablaba poco con su defensor. Ni pensar que él volviera a argumentar como lo hizo la ocasión pasada.
Sin pruebas a la mano, su abogado trajo a colación a académicos mexicanos y extranjeros, tratando de convenserse, más él que al mismo juez, que se intentaba cambiar el tipo penal para procesar al cliente.
" Ignorantes o abusivos", atajó en su oportunidad la PGR, al recordarles que en la primera audiencia a fuerza querían desahogar pruebas saltándose la imputación. Ignorantes por no conocer las etapas del proceso. Abusivos por conocerlo y querer exhibir al MP, cualquiera que fuere el caso.
"Litigan con falacias", volvería a atacar la PGR minutos después, al mencionar que apelar a tratados internacionales no es vinculante en ningún sentido.
Duarte, fiel a su forma de ser, soltaría una mueca disfrazada de risa cuando se le dijo que manejó su organización, como un gran capo, " con una mano fuerte". Así se despidió la risa de su rostro.
La defensa dejó pasar varios minutos antes de pedir la no vinculación con argumentos que no fueron reforzados con datos de prueba.
El golpe más fuerte vendría casi 11 horas después de haber empezado la audiencia, al confirmar que se quedaba preso y vinculado a proceso.
Duarte ya no sonreía. Tuvo todo, menos paciencia. La prudencia se fue cuando intentó reírse de los fiscales. Su "verbal contingencia" no apareció por ningún lado. Se quedó mudo. Y hasta este sábado, su presencia o ausencia -en el Reclusorio Norte o cualquier otro penal- quedó a conveniencia de la PGR. El destino de Javier Duarte ha empezado a escribirse...
DSv