Cultura

Sigmund Freud, el detective de la conducta humana

06 de Mayo de 2017 13:04 /

Según el mismo decía, debía a sus orígenes judíos tres cualidades que le ayudaron mucho en su vida: la veneración por el conocimiento; un espíritu crítico libre y una considerable resistencia a la hostilidad. Hijo mayor de un comerciante en lanas en su segundo matrimonio, Freud vivió en un contexto familiar que influyó en el desarrollo de su inteligencia y en el despertar de su curiosidad. Desde niño, pasaba gran parte de su tiempo estudiando. Leía perfectamente siete idiomas. A los ocho años leía Shakespeare en inglés y a los catorce, Cervantes en español.

Con poco más de tres años su familia se había trasladado a Viena, donde permanecerá la mayor parte de su vida. Por entonces, Viena era la capital del multiétnico Imperio austrohúngaro, una verdadera factoría cultural en la que residían compositores como Gustav Mahler y Arnold Schonberg, y artistas como Oskar Kokoschka, Koloman Moser y Gustav Klimt. En un intervalo de tiempo muy corto, en Viena se reformularían las viejas tradiciones de diversas áreas de pensamiento, como la Psicología, la Historia del Arte y la Música.

Cuando a Freud le llegó la edad de elegir profesión, aunque se inclinaba por las humanidades, eligió estudiar medicina después de oír una conferencia de Karl Bruhl sobre el poema de Goethe, De la Naturaleza. Aunque nunca se sintió muy inclinado hacia la práctica médica. Además, tardó ocho años en acabar la carrera, no porque sus conocimientos fueran limitados, sino porque se dedicó a seguir cursos por fuera de la currícula, de zoología, anatomía comparada, filosofía e historia.

Se graduó en 1881 y al poco decidió entrar en el Hospital General y hacer una residencia de tres años. Trabajó luego un año como médico y finalmente como Jefe del Departamento de Enfermedades Nerviosas. Siempre buscando algo que lo hiciera famoso y le permitiera casarse, obtuvo una beca en París, donde se inició en el empleo del método hipnótico, y ensayó con la cocaína como tratamiento de la adicción a la morfina.

Después, llegaron sus estudios más conocidos, los centrados en el campo de la neurología, derivando progresivamente hacia la vertiente psicológica de las afecciones mentales. Acuñó nuevos conceptos como ‘represión’, ‘inconsciente’ o ‘transferencia’, argumentando que la dinámica de las tres partes de la mente –el yo, el superyó y el ello-, están influenciados por dos pulsiones antagónicas, el sexo y la muerte.

CC

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