Una tragedia es la que se vive en Veracruz con las desapariciones, sin embargo la jerarquía católica nunca ha emitido un pronunciamiento en torno a este tema, señaló el padre Alejandro Solalinde Guerra, quien además demandó la reapertura de la Casa del Migrante en Río Blanco.

El sacerdote, quien asistió a la USBI de Ixtaczoquitlán para la presentación de su libro “El reino de Dios. Replanteamiento radical de la vida”, destacó que la jerarquía católica es poderosa, pero se unido con los poderes comunes y no para evangelizar o echarles en cara su corrupción, sino por convivencia.

Indicó que el colmo es que el ex gobernador Fidel Herrera Beltrán fue padrino de la Diócesis de Veracruz cuando ésta cumplió sus 100 años, es decir que el obispo Luis Felipe Gallardo es su ahijado y eso es “grotesco”.

Remarcó que los obispos y sacerdotes no están para convivir con el gobierno, sino para cumplir una misión, que es la evangelizar.

Agregó que cuando estuvo a cargo de la movilidad humana en la Conferencia del Episcopado Mexicano tuvo información por parte de operadores del crimen organizado que se habían arrepentido y que hablaron ante funcionarios de Gobernación, y eso se los hizo saber a los integrantes de la Provincia Eclesiástica de Veracruz, que hicieron caso omiso al saber la clase de “pillo” que era Fidel Herrera.

Lamentó que los obispos, quienes por cierto se acaban de reunir, nunca hayan hecho algún documento sobre las desapariciones forzadas, a pesar de que el estado es tema por esa causa en todo México y el mundo.

Acerca del cierre de la Casa del Migrante, indicó que este lugar se abrió para proteger a esta gente del acoso del crimen organizado, y por cobardía, el hoy arzobispo Hipólito Reyes Larios la cerró, dejando a esas personas en riesgo.

Posteriormente, abundó, le pidió al siguiente obispo, Marcelino Hernández la reabriera, lo cual nunca hizo, y hoy se sigue robando ese lugar que es para los migrantes y que se debe abrir.

CC