Cultura
Rafael Aranda, Carme Pigem y Ramón Vilalta ganan el premio Pritzker

Foto por: abc.es / Madrid
Rafael Aranda, Carme Pigem y Ramón Vilalta ganan el premio Pritzker
01 de Marzo de 2017 10:07 /
Un jurado formado por Glenn Murcutt, Stephen Breyer, Yung Ho Chang, Kristin Feireiss, Lord Palumbo, Richard Rogers, Benedetta Tagliabue, Ratan N. Tata y Martha Thorne han concedido el premio Pritzker, considerado el Nobel de la Arquitectura, a los españoles Rafael Aranda, Carme Pigem y Ramón Vilalta, fundadores del estudio RCR Arquitectes, de Olot (Gerona). La ceremonia de entrega del premio se celebrará en el Palacio Akasaka de Tokio el próximo 20 de mayo.El premio Pritzker, concedido anualmente y patrocinado por la fundación estadounidense Hyatt y dotado con 100.000 dólares, es el galardón de arquitectura de mayor prestigio internacional. Fue creado en 1979 por Jay A. Pritzker, nacido en Chicago, e impulsado por su familia. Se entrega a un arquitecto vivo que haya mostrado a través de sus proyectos y obras construidas las diferentes facetas de su talento como arquitecto, contribuyendo con ellas al enriquecimiento de la humanidad. Una de las cualidades que constituye el requisito principal para obtenerlo es la demostración de un alto nivel de creatividad en el diseño de las obras que, además, deben ser funcionales y de buena calidad en la construcción.
¿El fin del arquitecto-estrella?
En la segunda ocasión en que el premio Pritzker recae sobre la arquitectura española (el anterior fue Rafael Moneo en 1996), la elección del jurado marca una decisión hasta ahora inédita en la trayectoria del considerado más prestigioso galardón de esta disciplina. Aunque instaurado para ensalzar el recorrido profesional de un arquitecto, y aunque ha laureado puntualmente actividades a dúo (Herzog & De Meuron en 2001 y Kazuyo Sejima y Ryue Nishizawa en 2010), al premiar a la tríada integrada por Rafael Aranda, Carme Pigem y Ramón Vilalta, RCR Arquitectes, el Pritzker parece querer afirmar el fin del modelo individualista del arquitecto-estrella.
Pero no se trata únicamente de celebrar un trabajo desarrollado en equipo desde hace tres décadas, y que el jurado describe como «intensamente colaborativo, en el que el compromiso con la visión arquitectónica y las responsabilidades son compartidas equitativamente». Formados en la Escola Tècnica Superior d’Arquitectura del Vallès (Barcelona), RCR Arquitectes establecieron en 1988 su despacho en la localidad gerundense de Olot. Desde el aferramiento a sus orígenes han planteado una arquitectura que se distingue por un marcado sentido del lugar y una intensa conexión al paisaje circundante, producto de un sentido conocimiento y apreciación estética de la idiosincrasia y cualidades naturales del sitio donde construyen.
Otorgándoseles el Pritzker quiere también destacarse el valor de su posición deliberada y persistentemente arraigada en la periferia, cuyo mensaje para «un mundo globalizado en el que cada vez más individuos temen perder sus rasgos de identidad locales» es que es posible equilibrar una posición abierta a las influencias internacionales preservando lo autóctono. «De manera bella y poética muestran que, al menos en arquitectura, es posible aspirar a mantener nuestros pies firmes en nuestro lugar y los brazos extendidos hacia el mundo», destaca el jurado.
«Profunda integridad»
«Su capacidad para relacionarse intensamente con el entorno específico de cada lugar es una prueba de su profunda integridad. Su labor pone de manifiesto un insobornable compromiso con el lugar y su narrativa, a fin de crear espacios que establezcan un discurso con sus contextos. Armonizando materialidad y transparencia, buscando conexiones entre lo interior y lo exterior, producen una arquitectura emocional y vivencial», continúa el jurado, y de la que posiblemente su mejor paradigma sea su propio despacho, el Espacio Barberí (2007) -viejo edificio que antaño albergó una fundición y del que han conservado numerosas partes, a la que se agregaron, en yuxtaposición, y sólo donde fuese esencial, algunos elementos nuevos-.
Glenn Murcutt, miembro del jurado, elogia el nivel poético de la obra de RCR Arquitectes, destacando cómo su manejo de los materiales culmina en edificios de «increíble fuerza y sencillez», dotados de una cualidad atemporal que evidencia «un gran respeto por el pasado, a la vez que proyectan una claridad que pertenece al presente y el futuro».
CC