Cultura

Agustín Coppel toma Arco Madrid

21 de Febrero de 2017 15:35 /

La colección de arte contemporáneo de los mexicanos Isabel y Agustín Coppel se puede ver desde ayer, y por primera vez en España, al igual que la del mecenas del arte peruano Eduardo Hochschild, ambas galardonadas con el Premio A de la feria Arco Madrid 2017.

La colección Punto de partida, del matrimonio Isabel y Agustín Coppel, fue inaugurada en la Sala de Arte Santander de Boadilla de Monte (Madrid) y está curada por Magnolia de la Garza y Patrick Charpenel. Reúne 120 obras de 58 artistas, organizadas en cinco temáticas: Identidad, Territorio, Pedagogía, Comunidad y Economía.

Todas ellas están tratadas desde el “pensamiento mestizo” que vertebra la exposición, donde el visitante se puede encontrar con pintura, fotografía, instalaciones, videos o dibujos de Leonor Antunes, Joseph Beuys, Abraham Cruzvillegas, Pierre Huyghe, Hélio Oiticica y Diane Arbus, entre otros.

Magnolia de la Garza explicó que la colección Coppel se inició en los 90 del siglo XX con el arte moderno peruano, pero luego “dio un giro” y siguió con el arte contemporáneo internacional de los 90. “Esta muestra comienza con una pieza que adquirieron en 1997 de Gary Hill, que nunca se había puesto desde que se compró, y habla de cómo se ha creado la colección”, dice.

Una exposición que gira en torno a la idea de la noción de mestizaje, “no entendido solo desde una noción biológica, sino como una forma de pensamiento, de una forma dinámica de cambiar las cosas, donde no es el encuentro de dos mundos, sino el de la creación de una tercera vía”, subraya la curadora.

La selección de la obra se hizo antes de que llegara Donald Trump al poder en Estados Unidos y no hay una respuesta concreta que refleje este hecho; pero sí hay mucha obra que puede dar una contestación al tema del muro, la identidad o la segregación, en opinión de De la Garza.

Creo que hay muchos temas que planteamos que nos ayudan a pensar sobre la cuestión de identidad. No hablamos de pureza cerrada y la identidad pensada desde el mestizaje es la forma más contemporánea de pensar. Es la suma de muchas culturas y situaciones. Esta colección no es contestataria, nos gusta más lo poético que lo político”.

El matrimonio Coppel, que inició la colección en unión, ha destacado la labor pedagógica de su colección.

Nuestro objetivo es llegar a la gente, a diferentes audiencias. Al público que no haya tenido la oportunidad de conocer arte contemporáneo, que nos haga reflexionar y que todos nos nutramos de lo que vemos y que expanda nuestros horizontes mentales”, precisó Isabel Coppel, quien aseguró que querían que los artistas “luzcan”.

Por otra parte, otras de las grandes acervos de arte, la del coleccionista y empresario Eduardo Hochschild, de arte contemporáneo con artistas de diferentes generaciones, también se puede ver en la exposición Próxima parada, que se inauguró ayer en la Sala Alcalá 31, donde se podrá visitar hasta el 16 de abril.

Está curada por el crítico de arte canario Octavio Zaya, que reside desde hace años en Nueva York, y reúne 43 obras de los artistas con mayor proyección internacional como Fernando Bryce, Mario Testino, Milagros de la Torre, Fernando Szyszlo, Martín Chambi, Sandra Gamarra, Maya Watanabe o Elena Damiani.

La colección de Eduardo Hochschild, quien ayer no quiso hablar con la prensa porque deseaba –así lo señaló– “dar todo el protagonismo a los artistas”, es una de las principales de Perú y la única que hasta el momento se ha dedicado a la producción artística contemporánea del país andino.

La exposición reúne arte moderno y contemporáneo con pintura, escultura, dibujos, fotografías, videoproyecciones, instalaciones, obra gráfica y otros proyectos multidisciplinares de Perú, uno de los países con más producción artística junto con Brasil y Argentina, en opinión de Zaya.

El curador recordó que la colección Hochschild es mucho más amplia de lo que se puede ver ahora en Madrid ya que, además de los artistas contemporáneos, modernos y el arte indigenista que posee, también atesora un importante número de obras religiosas de los siglos XVII y XX.

Entre las obras destacadas en la sala Alcalá 31, convertida en una especie de gran capilla con paredes, destacan un inmenso calamar en su tinta, de Zink Yi David.


CC

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