Cultura

Cuento infantil inédito de Mark Twain cobra vida

26 de Enero de 2017 11:09 /

París, 1879. En la habitación de un hotel, un padre acaba de meter a sus dos hijas en la cama y éstas, aún inquietas tras la intensa jornada, le piden que les cuente un cuento. Después de que las niñas escojan una imagen de una revista que tienen a mano, el padre comienza a narrar la historia. Su protagonista es Johnny, un niño que, tras comer una flor mágica, empieza a hablar con los animales. Las pequeñas Susie y Clara escuchan con atención los detalles y, al poco tiempo, se quedan dormidas. Sin hacer ruido, su padre se aleja y se sienta en el escritorio, donde toma notas sobre la historia que acaba de contarles, dispuesto a apresar los flecos volátiles de su imaginación. Una imaginación de la que ya había salido Tom Sawyer y que, apenas seis años después, alumbraría el nacimiento de Huckleberry Finn. Sí, estamos hablando de Mark Twain (1835-1910).

«Oleomargarina» es el único cuento infantil escrito por el autor estadounidense, aunque nunca llegó a ser publicado. De apenas 16 páginas manuscritas, quedó inacabado y se perdió en la inmensidad del archivo de Twain… hasta ahora. Después de que un investigador diera con él por casualidad, en la Universidad de California (Berkeley), el cuento aparecerá en septiembre, de la mano de la editorial Doubleday Books for Young Readers (Penguin Random House Canadá) y con una peculiaridad: el matrimonio formado por Philip (escritor) y Erin (ilustradora) Stead se ha encargado de continuar la historia de Mark Twain. El resultado es un libro ilustrado de 152 páginas, titulado «The Purloining of Prince Oleomargarine».

El hallazgo

El hallazgo se remonta a 2011, cuando John Bird, profesor de Inglés en la Universidad de Winthrop (Carolina del Sur), se desplazó hasta la Universidad de Berkeley, donde está el archivo de Mark Twain, para recabar información sobre un libro en el que está trabajando. «También buscaba cualquier cosa que pudiera encontrar para un libro de cocina sobre Mark Twain que dos colegas y yo estábamos planeando», recuerda Bird, en conversación con ABC. El investigador vio la palabra «Oleomargarina» en el libro de búsquedas y, llamado por la curiosidad y el mencionado interés culinario, pidió que le sacaran del archivo las páginas que la contenían.

«Lo que descubrí no tenía nada que ver con la comida. Eran notas para un cuento infantil. Alguien había escrito en el texto mecanografiado: “Cuento de hadas burlesco. De poco uso», detalla el profesor. Una vez comenzada la lectura, al llegar a la segunda página una voz interrumpía la narración y aparecía el nombre de Susie. Fue entonces cuando Bird se dio cuenta de que, en realidad, se trataba de un cuento «real». De hecho, tras consultar un manuscrito que Twain escribió sobre sus hijas, el profesor pudo certificar que era una historia que les contó a Susie y a Sara en París en 1879, época en la que estaba trabajando en «Las aventuras de Huckleberry Finn».

«Emocionado» con el hallazgo, Bird acudió a Robert H. Hirst, director del Archivo del escritor en Berkeley, y a la Casa Museo de Mark Twain. Tras descubrirlo, el profesor había escrito su «propia versión» del cuento y esperaba que los responsables del legado del autor de «Las aventuras de Tom Sawyer» se plantearan su publicación. Pero los planes «oficiales» eran otros. La institución, con sede en Hartford (Connecticut), decidió vender el manuscrito a Doubleday Books for Young Readers, que a su vez optó porque el matrimonio Stead continuara el cuento que Twain dejó inacabado. «Sólo he visto parte de la historia que los Stead han escrito. La gente que leyó mi versión la disfrutó mucho. Doubleday decidió ir en una dirección diferente. Estoy deseando ver el libro publicado», asegura Bird.

Si bien habrá que esperar hasta septiembre (en España, de momento, no está prevista su publicación) para ver el resultado, los Stead, una suerte de «rock stars» de la literatura infantil en Estados Unidos, le han dado su toque personal al cuento: el propio Mark Twain hace una especie de cameo en el libro, para debatir con Philip, su autor, sobre la orientación de la historia. En Doubleday se frotan las manos (lo describen como «un nuevo libro del escritor americano más legendario») y lo tienen claro: «Las notas de Twain conforman la base de un cuento de hadas que cobra vida más de un siglo después. Philip Stead ha escrito un cuento que imagina lo que podría haber pasado si Twain hubiera terminado el cuento».

Valor literario
Sin duda, estamos ante uno de los «descubrimientos» que gustan a la industria, ansiosa por encontrar nuevas gallinas de los huevos de oro, aunque sea «resucitadas». Sin embargo, Robert H. Hirst, a cargo del Archivo de Mark Twain en Berkeley, matiza su importancia a ABC: «Es uno de esos "descubrimientos" que no es un descubrimiento en el sentido habitual. El manuscrito se conocía desde hace tiempo, estaba catalogado, leído, e incluso listo para su publicación. El "descubrimiento" de John Bird fue su descubrimiento: pensó que podría escribir un final para el cuento y publicarlo comercialmente. El manuscrito no es nuevo para nadie familiarizado con el Archivo de Mark Twain». El propio Hirst lo vio por primera vez en 1980, cuando se convirtió en Editor General del Archivo. «No puedo decir que me impresionara mucho, comparado con las docenas y docenas de manuscritos inéditos que están en el Archivo. Ciertamente, no pensé que pudiera escribir un final para él», ironiza, en alusión a Bird.

Con respecto a su valor literario, el responsable del Archivo no cree que «por sí mismo amplíe significativamente nuestro conocimiento de Mark Twain. Sabemos, por otra evidencia (sus diarios), que contaba muchos cuentos, inventados en el acto, a sus hijas. Lo único que tiene de extraordinaria esta historia es que decidió trasladarla al papel y tomó varias notas, que no la descartó, ni la terminó. Como muchos otros manuscritos del Archivo». Hirst reconoce que el resultado final -«la invención de una historia completamente nueva usando partes de Mark Twain»- no es lo que esperaba cuando John Bird le propuso la idea por primera vez, aunque respetó la decisión de la Casa Museo en Hartford.

«Estoy de acuerdo con Mark Twain en que el único juez verdaderamente importante de la obra literaria, incluida la suya, es el gran público. En este punto de la historia, nadie sabe cuál será el veredicto de los lectores, aunque la editorial planea sacar 250.000 copias», remata. Es probable que Doubleday espere un éxito de ventas similar al de la «Autobiografía» de Mark Twain, que apareció en 2010 (permanecía inédita, como otros tantos documentos, en el Archivo de Berkeley) y despachó 500.000 ejemplares en un año. Y es que los clásicos, incluso reinventados, nunca fallan.

CC

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