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Titular de la junta federal 22, sigue en el “ojo del huracán” por su manera de conducirse.

Foto por: Cortesía / Xalapa, Ver.
Titular de la junta federal 22, sigue en el “ojo del huracán” por su manera de conducirse.
26 de Septiembre de 2025 20:00 /
Por Javier Moreno.El comportamiento de un servidor público en México
debe basarse en la legalidad, honradez, lealtad, imparcialidad y eficiencia, así como en el respeto a los derechos humanos y el servicio al interés público. Debe actuar con honestidad, transparencia y cordialidad, evitando cualquier tipo de discriminación o corrupción, y siempre buscando el bienestar de la ciudadanía y la buena imagen de las instituciones.
Ahora bien, esto último es muy importante ya que el titular de cada institución, dependencia u oficina se convierte en la imagen de esa misma organización, por lo que el comportamiento de quien lleva la mayor responsabilidad debe de ser congruente con una imagen de formalidad, comportamiento digno, ético y proyectar siempre, al menos en lo público, una forma mesurada de interacción con los demás. Así es como debería de ser, pero en muchas ocasiones los servidores públicos, es en lo que menos piensan.
La anterior reflexión viene a colación por lo que han dado a conocer en las últimas semanas algunos medios de comunicación, en relación a la conducta que ha manifestado tanto es su lugar de trabajo, como en espacios públicos, la La titular de la junta federal número 22, Cristina Blas Carrillo, quien hace unos días fue señalada por algunos empleados de la dependencia que dirige, quienes comentaron casos de hostigamiento laboral, y que ahora ahora fue captada en un conocido restaurante de la capital del estado, en “amena” convivencia con otras personas, lo cual no tendría nada de malo, si no fuera porque se dio en horario laboral, en el que la presencia de ella es importante para la resolución de varios temas laborales que ahí se manejan y más aún si no se hubieran dado a conocer los abusos que esta funcionaria ha tenido con algunos de sus compañeros de trabajo, lo cual la pone “en el ojo del huracán” una vez más, por lo que la conducta mesurada sería más congruente que el desenfado que comunican este tipo de formas de actuar en público, como la reunión social en la que participó y de la que dan cuenta algunos sitios informativos. No cabe duda de que los tiempos han cambiado y el ámbito político no ha sido la excepción. Atrás quedó la idea de congruencia y mesura de un servidor público, para dar paso a una de impunidad, autoritarismo y arbitrariedad en algunos casos. Cómo diría el famoso canta autor Marco Antonio Solís: “¿A dónde vamos a parar?”.