Cultura

Estacionamiento cubre vestigios en el Centro Histórico de CDMX

18 de Enero de 2018 08:00 /

Un predio del Centro Histórico de la ciudad donde arqueólogos mexicanos descubrieron los vestigios de una estructura prehispánica azteca y las ruinas de un palacio virreinal del siglo XVII y de una casa colonial del siglo XVIII, es ocupado ahora por un estacionamiento.

Las huellas del pasado mexicano, localizadas en 2013 en un terreno que comunica las calles de Venustiano Carranza y República de Uruguay, han vuelto a ser cubiertas con tierra y, desde hace cuatro meses, abrió al público el nuevo establecimiento, sin que exista referencia alguna a los hallazgos.

Se solicitó a la oficina de medios de comunicación del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) más detalles acerca de la situación en la que se encuentra la exploración arqueológica, pero hasta el cierre de esta edición no obtuvo respuesta.

En el predio de mil 700 metros cuadrados comenzó a trabajar un grupo multidisciplinario a partir de junio de 2013; las labores fueron denominadas Proyecto Venus y estuvieron encabezadas por el arqueólogo José Antonio López Palacios y realizadas con apoyo de Grupo Carso. En el lugar se pretendía construir un estacionamiento pero una vez que se realizaron los hallazgos, el terreno fue cerrado y así se mantuvo durante al menos cuatro años.

“Tiene abierto como cuatro meses”, dice un empleado vestido de amarillo, mientras busca atraer la atención de los automovilistas hacia el predio. De lo que existe bajo la tierra nadie sospecha, el paso de los vehículos y de la gente, ha borrado incluso la huella de las cinco diferentes excavaciones intensivas que se realizaron en al menos el 45% del terreno.

El yacimiento arqueológico se localiza a unos mil 800 metros en línea recta de lo que fue el antiguo Templo Mayor de la gran Tenochtitlán. Al momento del hallazgo, los especialistas consideraron que se trató de un lugar importante en el que quedó registrada la evolución de la ciudad, desde la época prehispánica hasta la moderna, pasando por la colonial.

El predio de Venustiano Carranza 53 y Uruguay 54 ya era un estacionamiento antes de las exploraciones, los dueños sin embargo, impulsaban un proyecto que incluía al menos cinco terrenos colindantes y tenían planeado erigir un edificio que también serviría como resguardo de vehículos; tras los hallazgos, el plan se detuvo y, hasta ahora, volvió a funcionar.

Uno de los descubrimientos más importantes se ubicó en la esquina nororiente del predio, sobre Venustiano Carranza; ahí los especialistas identificaron los restos de un edificio mexica, probablemente construido durante los reinados de Axayacatl y Tizoc, quienes gobernaron entre 1469 y 1486, cuando la ciudad creció debido a las conquistas del imperio.

A pesar de los años, la estructura conservó su aplanado original de estuco y asociada a él, se identificó a 4.20 metros de profundidad sobre el nivel de la calle, un piso prehispánico de tierra compactada, recubierto con aplanado de estuco y un enlucido fino de cal. Debajo de éste, encontraron otro piso mejor conservado con huellas de haber sido expuesto al fuego.

Junto a los vestigios arquitectónicos de lo que se cree fue el barrio de Moyotlán, (Lugar de mosquitos en náhuatl) durante la época prehispánica, los arqueólogos rescataron huesos de animales, navajillas prismáticas, lascas y pedazos de núcleo de obsidiana. También se encontraron con material azteca III (del 1400 al 1500) y azteca IV (de 1500 a 1521), fragmentos de sahumadores y figurillas que representan deidades femeninas asociadas a la fertilidad.

Además de los vestigios prehispánicos, los científicos encontraron las ruinas de lo que fue un palacio de dos pisos que contó con una escalera señorial adornada con azulejos. La mejor estampa de lo que fue la vida en la ciudad en el siglo XVI, fue revelada por una bóveda que conservaba recipientes completos sobre una base de madera que se cree pudo haber sido una mesa.

Al fino detalle de conservación se sumaron los cimientos de lo que fue el portón de aquella casa, distribuidos a partir de la traza española elaborada en 1524 tras consumarse la Conquista. Los arqueólogos calcularon la entrada en 3.5 metros de ancho y creen que pudo haber un portón de hasta cuatro o cinco metros de alto. Pero también se localizaron vestigios del patio principal y sus columnas y de una caja de agua.

En el lado sur del terreno, también se localizaron los restos de una construcción del siglo XVIII. La morada daba hacia la calle de Uruguay y los científicos localizaron dos cuartos que formaron parte de la distribución original del antiguo edificio.

CC

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