Internacional

El populismo es maléfico; Ledezma habla desde el exilio

01 de Diciembre de 2017 08:40 /

Hace unos días, Antonio Ledezma, exalcalde de Caracas, se unió a los más de dos millones de exiliados venezolanos que hay en el mundo, al lograr escapar de la detención domiciliaria en la que se encontraba desde 2015, acusado de una supuesta conspiración contra el presidente Nicolás Maduro.

Después de salir del país, encontró refugio en España, desde donde inició una gira internacional para denunciar lo que está ocurriendo en el país, buscando hacer un llamado a las fuerzas internacionales para ejercer presión y liberar a Venezuela “de la narcotiranía de la cual somos víctimas”.

En entrevista para Imagen Radio desde Miami, donde continúa su agenda, luego de visitar la capital de Estados Unidos, Washington, Ledezma explicó cómo huyó de su país y cuál es la razón por la que Venezuela está atravesando una de las peores “crisis humanitarias” en el mundo, haciendo un llamado a los demás países latinoamericanos para que aprendan de la situación que está viviendo en su país.

–Antonio, cuéntenos brevemente, ¿cómo logró salir, romper ese cerco y salir del país?

–Primero, lo que hice fue liberarme, porque además de preso político era un secuestrado del régimen. Tenía más de mil días privado del derecho a la libertad con un juicio donde no había oportunidad de defenderse (y un) expediente hecho con pruebas absolutamente falsas.

Por eso, fue una liberación y una apuesta cargada de mucho riesgo; afortunadamente logramos llegar a territorio colombiano en el cual me ofrecieron asilo.

Luego viajé a España, dónde me atendió el presidente Rajoy y otras fuerzas políticas. Estamos definiendo el estatus que vamos a tener y donde vamos a ubicarnos para que tengamos un eje para desplazarnos por el mundo en esta gira internacional.

–¿Tiene usted pensado visitar México?

–Sí, está planteado. Estamos cumpliendo este primer contacto aquí en Estados Unidos, luego ir a, posiblemente, Brasil, Argentina, Chile y luego regresar a Europa. También está previsto visitar México cuando lo coordinemos con la autoridad y en conjunto con todas las distintas fuerzas políticas e institucionales.

–¿Usted cree que diferentes países de América Latina y del mundo están haciendo lo suficiente para ejercer presión sobre el régimen venezolano ante las violaciones a los derechos humanos y diversas cosas muy negativas que están ocurriendo en su país?

–En esta última etapa se está haciendo, por lo menos, algo más. La participación de México en el grupo de Lima, que ha dado ocasión de asistir a Venezuela en medio de esta crisis.

A nosotros nos parece un gesto alentador y sabemos también de la preocupación de la cancillería mexicana sobre este conflicto que no sólo es un peligro para Venezuela sino una amenaza continental, porque estamos hablando de un régimen coludido con el narcotráfico, con el terrorismo y cuyos jerarcas están embarrados con escandalosos hechos de corrupción.

Es tan evidente esta catástrofe humanitaria, producto de del saqueo que se le ha hecho al tesoro público, que ellos no han tenido otra alternativa que apresarse entre sí.

Tengo entendido que hoy en la madrugada, funcionarios de inteligencia militar detuvieron al exministro de Energía y Minas, designado hace algunas semanas atrás por Nicolás Maduro, por
las irregularidades que hay en el manejo de la empresa petrolera, y que también fue detenido el señor Eulogio del Pino.

–Conocimos hace unos días de la virtual quiebra de las finanzas nacionales de Venezuela, la incapacidad de pagar sus deudas. ¿Hacia dónde está evolucionando esta situación y qué significa en el día a día para millones de venezolanos?

–El día a día es hambre, es desolación y muerte. En Venezuela vivimos una gran paradoja: somos el país con las mayores reservas de petróleo del mundo y al mismo tiempo somos el país con los más altos índices de inflación del mundo. (Hay) cifras que revelan el estado de pobreza que viven el 85 por ciento de la población nacional y eso ocurre en un país que ha hipotecado el futuro de los venezolanos.

El régimen actual ha pagado, en los últimos cuatro años, 72 mil millones de dólares nada más por concepto de la deuda, una que nos
ubica como el país con la mayor carga de hipotecas del mundo.

Y eso se traduce en el desabastecimiento de alimento, de medicamento, porque este demagógico y fatídico populismo lo convirtió en un país más rentista que nunca.

Dependemos de la venta del petróleo y, en esta coyuntura, no solamente bajaron los precios del petróleo a menos de la mitad, sino que Venezuela está produciendo menos petróleo, y, en la medida en que bajen los precios y se produzca menos petróleo, por supuesto vamos a tener menos ingreso.

Si no hay ingreso no hay divisas, y si no hay divisas no hay posibilidad de abastecer la demanda interna, porque la producción venezolana fue devastada por las políticas intervencionistas de un régimen que no respeta el derecho de propiedad. Por eso se han invadido, expropiado y arrebatado fincas productoras de carne, de leche, de siembras, de arroz, de maíz, etcétera. Y eso es lo que ha agravado esta catástrofe humanitaria que estamos viviendo en ese país.

–Haciendo un poco de historia, toda esta etapa de Venezuela comenzó con una gran inconformidad de la población contra la corrupción de los partidos tradicionales, lo que llevó al poder al presidente Hugo Chávez, en 1998. ¿Cree usted que esta apuesta que hicieron los venezolanos por la corrupción fue bien lograda?

–Hugo Chávez se presentó en medio de esa turbulencia que usted describe como la confrontación entre factores políticos, y ciertamente fue así. Esas mutuas acusaciones terminaron desprestigiando el estatus político de ese momento; Hugo Chávez comenzó a verse rodeado de una estrategia de hacer política con la política y se presentó como el redentor, como el abanderado de los desposeídos, de los descarnizados, de la gente excluída. Prometió hacer una revolución económica, social e institucional en Venezuela,y resulta que lo que dimos fue un salto a un precipicio porque, hoy, no hay separación de poderes.

En Venezuela, la justicia social que prometió Chávez terminó siendo el acorralamiento de la inmensa mayoría de los venezolanos en la pobreza.

La independencia de los poderes terminó convirtiendo los Tribunales en paredones de fusilamiento de los que disentimos; allá hay una criminalización de la disidencia política porque no se tolera, ni siquiera, el derecho de opinar.

(Hablando con gente de Washington) Los niveles de corrupción que tenemos en Venezuela lo ubican como el país donde se han producido los hechos más escandalosos.

Estamos hablando de cifras que superan los 300 mil millones de dólares de negocios que se han hecho con el dinero dispuesto para comprar medicinas y equipos médicos, alimentos, infraestructura, equipo para sistema eléctrico y que terminaron en las cuentas bancarias del llamado movimiento revolucionario. Entonces, puede decirse que, pese a que estaba muy inconforme la población venezolana a finales de los años noventa con los partidos tradicionales, hoy la cosa está francamente peor de lo que estaba entonces.

Lo que ocurre debe ser un espejo para otros países hermanos. No negamos que se habían cometido errores, pero, hoy, la gente murmura que éramos felices y no lo sabíamos, porque a comparación con los niveles de corrupción, de injusticia social, de intolerancia... no hay comparación con lo que se vivía en Venezuela.

Esta es la consecuencia de esta fórmula llamada socialismo del siglo XXI, que se ha querido transportar como una panacea a otros pueblos hermanos. Podemos decirles, no a manera ni siquiera de consejo sino como una advertencia, en gobiernos donde todavía funciona la democracia, es que no caigan en la senda de los que se arropan con las banderas del populismo y de la demagogia porque no hay cosa más maléfica que esos conceptos o esquemas anacrónicos, como el que le vendió Hugo Chávez como espejitos a los venezolanos para terminar hundiendo a Venezuela en una atroz pobreza.

–¿Usted cree que la oposición al régimen venezolano logre mantenerse unida y logre, en un momento dado, tener un candidato presidencial único?

–Ya lo vivimos y no tengo por qué pensar que no va a ser posible, yo creo que va a ser necesario.

Para poder enfrentar un régimen de estas características es indispensable la unidad, pero una unidad con un propósito bien definido, una unidad con una ruta para saber hacia dónde queremos orientar nuestros esfuerzos, qué es lo que queremos y cómo lo vamos a lograr, con una diligencia que sea coherente y sobre todo que merezca el respeto de la ciudadanía.

Por que no se trata solamente de librar a Venezuela de esta narcotiranía, sino de emprender un nuevo gobierno y ese nuevo gobierno tiene que resolver, para mí, el gran problema que tiene Venezuela, que es la crisis moral.

Más allá de la crisis económica, de la crisis social que también cuenta mucho en nuestra agenda del trabajo, está también el compromiso ético de enfrentar la crisis moral que lo domina con coherencia en esta engañosa propuesta de este socialismo.

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