¿Bailar o Escribir?
David Martín del Campo

EL ÚLTIMO PIROPO

22 de Noviembre de 2017

David Martín del Campo


Los he escuchado de doblarme de risa. Albañiles y boleros a la sombra del parque: “Mamacita, con esos calzonsotes…” Piropos que refieren el perfume de una rosa y otros que se pasan de procaces. Cada cual según su alcurnia. Y las damas, desde luego, que pasaban del rubor escandalizado a la sonrisa agradecida por el roce de Cupido.

Los piropos de antaño que ahora, con los nuevos usos cívicos, nos pueden llevar ante el juez de lo común denunciados como presuntos acosadores sexuales. Y todo por soltar aquel admirado silbido, ¡fíii-fíuuu…!, de cuando inicia abril. No; ya no se puede.

Lo más triste de la biografía de Harvey Weinstein es que pasará a la historia no como el productor de películas como El paciente inglés o Shakespeare enamorado, sino como un ruin acosador de las juveniles actrices que se dieron cita en su oficina. Hay que decir, antes que nada, que el medio cinematográfico no es precisamente el claustro que resguarda la madre Clarisa. Cuántas historias no trascienden sobre el modo en que Juanita ganó tal papel estelar y a qué precio. Ahora eso, en vez de la página de espectáculos, está derivando a la sección policiaca.

El caso de míster Weinstein se produce cuando están concluyendo los responsos por el descanso del alma de Hugh Hefner, el inventor de la famosísima revista “Playboy”. A mediados de 1953 el inquieto editor pidió dinero prestado para lanzar el primer número, que llevaba en la portada una muy sugerente foto de Marilyn Monroe que significó el despegue de la revista… que se convertiría en un referente de la cultura universal. ¿Y qué vendía? Artículos diversos, pero sobre todo fotos al desnudo de hermosas mujeres que aparecían como respuesta a la advertencia que su director lanzaba a la menor provocación: “La vida es demasiado corta para pasársela viviendo el sueño de otro”.

Al fin de cuentas todo se reduce a los niveles de testosterona (o progesterona) que llevemos en las arterias. Sin deseo no hay acoso, y sin acoso noviazgo ni matrimonio ni divorcio ni platos rotos. La desmesurada corrección cívica nos está llevando a planos antes inconcebibles. ¿Cómo habría sido hoy el argumento de Tirso de Molina al concebir su drama universal “El burlador de Sevilla”? Pobre don Juan, llevado a los tribunales para ser destripado, virtualmente, por las comisiones de los derechos humanos y la igualdad de género.

Algo está pasando con eso que un siglo atrás se denominaba sex-appeal. Ya no resultamos tan impunes, como antes, luego de un escarceo descocado. A lo mejor esa mirada de más, esa caricia extralimitada, ese beso que prolongó la despedida nos puede implicar en una fastidiosa denuncia. No lo sé del todo, pero cuando mi padre comenzó a cortejar a la más linda secretaria de la oficina… ¿qué habría ocurrido si los nuevos usos imperasen en el medio? Cualquier cosa, menos que yo existiera.

Es verdad, los jefes y funcionarios saben del poder que tienen para poderse extralimitar con los subalternos y subalternas. El poder es afrodisíaco, dicen, y no cuesta nada poner el seguro a la puerta del despacho, como hacían las Hermanitas Mibanco (el Loco Valdés y Héctor Lechuga) cuando ingresaba el galanazo Alejandro Suárez a su domicilio… “chirrín chin-chin”. ¿Iba a acusarlas de eso, acoso sexual?

Cuarenta años atrás apareció un libro que escandalizó a las buenas conciencias; El nuevo desorden amoroso. Sus autores, Pascal Bruckner y Alain Finkielkraut, proponían que el arte del amor, después de la revolución sexual de los años sesenta y el nuevo papel protagónico de la mujer en la sociedad, estaba llegando a dimensiones antes impensadas. Casualidad sin compromiso. Al parecer sus tesis han sido rebasadas.

Ahora temo que al soltar un piropo termine en la cárcel. Pienso en Hugh Hefner y su entrega a la diosa Porna, aunque la frase de José María Fernández Unsaín, cuando director de la escuela de escritores, me detiene: “Hay dos alumnas que me han levantado una demanda… no por acoso, ¡sino por ocaso sexual!”.

OTRAS ENTRADAS

¿Bailar o Escribir?
David Martín del Campo

15 de Abril de 2024

03 de Abril de 2024

18 de Marzo de 2024

04 de Marzo de 2024

05 de Febrero de 2024