Metrópoli
Francisco L. Carranco

A propósito de la Asamblea Nacional del PRI

16 de Agosto de 2017

Francisco L. Carranco


A pesar de que la inseguridad es el flagelo que golpea duramente a los estados de la república y cuyos resultados, además, del paso de los fenómenos climáticos, son los que acaparan la atención de la sociedad por los daños y situaciones de peligro que significa la convivencia con ellos, ésta semana la atención estuvo sobre las reuniones supremas del Partido que gobierna este país: el PRI.

Y, como no, la atención mediática la jaló el impacto de las noticias emanadas en las asambleas del Consejo Político Nacional del PRI, en donde se acordó que se romperían los candados que durante años privilegiaron y sostuvieron la selección de candidato a través del dedo del Presiente en turno, decisión inapelable del gremio partidista y obligación de todos de subirse a la cargada.

Y el tema que ocupó el primer eslabón roto y, quizás, el único que asombra a la sociedad es la apertura del viejo partido para postular candidatos externos, ya sin la rigurosa militancia al PRI para poder ser considerado aspirante al máximo puesto a que un mexicano pueda aspirar o sea, ser candidato a la Presidencia de la República.

Para ocupar ese puesto se necesitan ciertos requisitos estipulados en el artículo 82 de la Constitución para optar por la Presidencia: ser ciudadano mexicano, tener, por lo menos 35 años. Hijo de padres mexicanos, residir en el país un año antes de la elección…

Esto es para cualquier mexicano que quiera ser votado. Pero, desde 1824 que quedan estipulados los requisitos constitucionales, la élite política en el poder ha trasformado esos requisitos en formas a modo para cobijar las aspiraciones de ser el elegido del Presidente.

En este país, los presidentes de la República han salido de las altas esferas políticas y grupos políticos unidos herméticamente, hermanados por intereses, compadrazgos, compromisos, arreglos en lo obscuro, presiones de política externa, entre otras muchas que no conocemos, son abanderados, por un partido político, en el caso de los presidentes actuales, todos del PRI, los estatutos se han hecho a modo para que el elegido, insisto, por el presidente tenga todas las canicas para ganar el juego e históricamente ha si ha sido hasta la estrepitosa alternancia que se dio con dos sexenios con presidentes que no fueron del PRI, Fox y calderón..

Obviamente, las reformas políticas actuales han dado paso a alguna modificación en la participación electoral, la figura de los candidatos independientes obliga al Revolucionario Institucional, a jugar y parecer democrático y cede algunas situaciones para que la ciudadanía crea que está abierto a la democracia.

En la XXII asamblea nacional del PRI se rompe de tajo un el eslabón de la cadena protectora del dedazo, decíamos que, durante 21 años, el partido tuvo sujetado a los aspirantes a ser elegidos como precandidatos; ninguno que manifieste su mínimo interés debería ser militante del PRI, por lo menos con 10 años de militancia, con convicción o sin convicción.

Esta misma reforma estatutaria, libera a los candidatos a las alcaldías y gubernaturas de los 3 y 5 años de militancia apara ocupar esos cargos en los municipios y estados.

El método de elección, también, se le dio una revolcadita de democracia, se estipuló el catálogo de métodos de selección que pronto será enviado al INE, donde destacan las mismas acciones para determinar quien será el candidato, desde entonces entra la parafernalia y planeación a ver a quien es el elegido y se le teje todo el entramado para que sea el ganador absoluto del Presidente para que sea su sucesor.

En la primera reunión en donde se plantearon las reformas a los estatutos que, por cierto, se anula la vieja figura de los chapulines de los cuales hablaremos próximamente, por supuesto, que hubo divergencia, por un lado, los representantes del viejo PRI, agrupados con Mural, Ulises Ruiz y otros antagonistas del progreso y desarrollo, todos esos que han mantenido la hegemonía del partido arrebatando, simulando, violentando las leyes electorales y que han hecho que el Revolucionario Institucional sea un partido radical, excluyente, antidemocrático y generador de las peores camadas de corruptos en los últimos años.

Cinco mesas temáticas que se discutieron y debatieron, finalmente los opositores a los cambios estatutarios, como siempre sucede en el PRI, finalmente acordaron “de dientes para afuera” que la unidad es la fortaleza del PRI.

Beltrones, Gamboa, Enrique Ochoa, Claudia Ruíz Massieu, gobernadores, senadores, diputados federales, alcaldes, militantes aprobaron por unanimidad las mesas temáticas rumbo a la elección de 2018, todos coincidieron en reformar los estatutos para cambiar los requisitos de elegibilidad de candidato presidencial y un Código de Ética que sancione los actos de corrupción de los militantes que desempeñen un cargo público.

Bueno, hasta el Presidente Enrique Peña Nieto, primer priísta de este país, con la carga de desprestigio de ese partido por todos los gobernantes y funcionarios emanados de ese partido, que ahora mismo, están en procesos jurídicos, en la cárcel y en el desprestigio social por corrupción, amparados y presos, ante más 10 mil delegados, dijo, que el PRI en 2018, estarán en juego distintos futuros para nuestro país. Uno, de progreso que ofrece el PRI y, otros, de franco retroceso.

Y esa responsabilidad, compañeros de partido, inicia por preservar la unidad al interior del PRI: unidad para servir, unidad para ganar. Cerrar filas dentro de nuestro partido es cerrar filas a favor de México.

Como soldados de la Patria, los priistas debemos salvaguardar el proyecto de país. Vamos a una batalla decisiva para México. Vamos a la batalla por un futuro que asegure bienestar y oportunidades para todas y todos los mexicanos.

Vamos a la batalla con el orgullo de llevar en el emblema de nuestro partido los colores de nuestra Bandera. Y, sobre todo, vamos a la batalla con la seguridad de que México gana cuando gana el PRI. México gana cuando gana el PRI.

La Batalla que aduce Peña Nieto no será con partidos opositores, sino con la gente de este país que está agraviada, mancillada, ofendida por todos los priístas que han colapsado a México y, dicho sea de paso, esa batalla los priístas la llevan perdida, hasta este momento.

Las frases de unidad y toda la parafernalia en el Palacio de los Deportes dicen los “especuleros” que las XXII Asamblea Nacional del PRI fue para ventanear al nuevo elegido que no cumplía con los requisitos estatutarios y a partir de hoy se vuelve elegible para ser el candidato tricolor a la Presidencia de la República. Arroz.

fl.carranco@gmail.com